El hígado es el órgano interno más grande. Ayuda a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. La enfermedad del hígado graso es una condición en la que se acumula grasa en el hígado.

Un tipo de esta enfermedad, se caracteriza por afectar a personas que beben poco o nada de alcohol. Llegando a afectar al más del 20% de la población mundial.

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Se denomina esteatosis hepática no alcohólica, o sencillamente hígado graso no alcohólico, que si no se trata puede avanzar hacia la cirrosis, insuficiencia hepática y hasta el cáncer.

¿En qué consiste?

Se trata de la acumulación de grasa en las células del hígado. Causando la inflamación de este órgano que puede continuar o avanzar hacia la fibrosis o cicatrización. Llevandolo a un daño irreparable. Y aunque la persona no sea bebedora de alcohol, el daño es similar al de aquellos que beben en exceso. Ya que si la persona no es tratada puede llevar a cirrosis o insuficiencia hepático, y en casos graves; hasta el cáncer.

Esta enfermedad hepática se está haciendo más común, especialmente en los países occidentales. Por ejemplo, en los Estados Unidos, es la forma más frecuente de la enfermedad hepática crónica que afecta a aproximadamente de 80 a 100 millones de personas.

Suele aparecer en adultos, tanto en hombres como mujeres por igual de entre 40 y 60 años. Que tienen un alto riesgo de enfermedad cardíaca debido a factores como la obesidad y la diabetes de tipo 2. La afección también se encuentra estrechamente unida al síndrome metabólico. Un grupo de anomalías que incluyen el aumento de la grasa abdominal, la escasa capacidad para consumir insulina, la presión arterial alta y los niveles altos de triglicéridos, un tipo de grasa de la sangre.

¿Cuáles son los síntomas?

El doctor Marcelo Silva, jefe de Hepatología del Hospital Universitario Austral (Argentina), explica. “Como todas las enfermedades del hígado, es silenciosa, no da síntomas hasta que entra en una etapa grave”. Y es que por lo general tanto la enfermedad del hígado graso por alcohol como la del hígado graso no alcohólica. Se presenta de manera silenciosa, que tiene muy pocos -sino ningún- síntoma.  Sin embargo, cuando lo hace estos pueden incluir:

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  • molestias en el lado superior derecho del abdomen.
  • agrandamiento del hígado
  • fatiga

¿Cómo saber si tengo hígado graso?

Debido a que no hay o son muy pocos los síntomas. La forma más precisa de diagnóstico es a través de una ecografía o una hepatograma. Además de la revisión de su historial y un examen físico. Su médico sospechara que la tiene, si los resultados son anormales.

¿Qué causa la enfermedad?

Los médicos no están muy seguros porque hay personas que almacenan grasa y otras no. Sin embargo, se han observado algunos indicativos que están relacionados con el desarrollo de la enfermedad. Por ejemplo:

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  • Obesidad o sobrepeso
  • Un nivel elevado de glucemia que indica diabetes tipo 2
  • Niveles altos de triglicéridos
  • Resistencia a la insulina
  • Hipotiroidismo
  • Altos niveles de colesterol

Estos problemas de salud parecen estimular el depósito de grasa en el hígado. Para algunas personas, este exceso de grasa actúa como una toxina en las células del hígado. Lo que produce inflamación del hígado y esteatosis hepática no alcohólica.

En caso de hígado graso, ¿cuál es el tratamiento?

Algo que recomiendan los médicos claro está, es bajar de peso, que puede reducir la grasa, la inflamación. Además de evitar la cirrosis en el hígado. Bajar de peso consumiendo alimentos saludables, limitando el tamaño de las porciones y manteniéndose físicamente activo puede mejorar.

Mejor prevenir que lamentar

Existen varias investigaciones a cargo de contribuir al desarrollo de una cura de la enfermedad. De hecho, en el año 2017, científicos del Instituto para el Envejecimiento de la Universidad de Newcastle (Reino Unido). Han comprobado la eficacia de un tratamiento para revertir la esteatosis hepática no alcohólica en ratones, basada en la combinación de dos fármacos.

Sin embargo, el mejor tratamiento es la prevención.
Por eso es importante –y así lo ratifican los médicos- una dieta saludable, basada en frutas, vegetales y granos. Por supuesto evitando a raciones moderadas alimentos con grasas saturadas. Y hacer ejercicios en una cantidad razonable y constante.

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